LA CASA PAYESA

CON SUS LUMINOSOS EXTERIORES DE COLOR BLANCO, LAS CASAS PAYESAS O FINCAS DE LOS CAMPESINOS BALEARES SON INSEPARABLES DEL PAISAJE RURAL DE LA ISLA.

“Estas viviendas rurales, cuyas raíces parecen hundirse a gran profundidad bajo la piedra, constituyen uno de los elementos del paisaje de la isla. No hay sólo una arquitectura de la vivienda, sino también una arquitectura del paisaje.”

Cuando el arquitecto catalán Josep Lluís Sert escribió estas palabras en 1933, estaba describiendo una forma de arquitectura totalmente nueva tanto para él como para sus contemporáneos modernistas. La simplicidad y funcionalidad del diseño fueron toda una revelación. Para los campesinos ibicencos, sin embargo, se trataba de una tradición de siglos.

La rica historia de la finca ibicenca es inseparable del patrimonio agrícola y cultural de la isla. Estas granjas tradicionales forman parte del paisaje rústico local y han contribuido a definir a identidad de Ibiza.

Las fincas se destinaban a la agricultura, que era la principal fuente de riqueza de la isla. Su diseño, caracterizado por gruesas paredes encaladas, pequeñas ventanas y cubiertas planas para retener el agua de lluvia, obedecía a la necesidad de protegerse contra el duro clima de la isla y aprovechar al máximo los recursos naturales.

Los orígenes de estas fincas se remontan a los primeros fenicios que se establecieron en Ibiza. La influencia posterior de la arquitectura musulmana puede apreciarse en detalles como los arcos de las puertas, los patios interiores o elementos defensivos que combinan diseño árabe y mediterráneo. Estas viviendas, a las que Ibiza debe su sobrenombre de “isla blanca”, son un nexo vivo entre la rica historia de la isla y su vibrante presente.