ORO BLANCO
La costa meridional de Ibiza esconde una maravilla natural con milenios de historia: las salinas. Estas
brillantes extensiones de sal blanca y cristalina han desempeñado un papel fundamental en la economía y la cultura de la isla desde la antigüedad, definiendo su paisaje y dejando una marca indeleble en sus tradiciones.
La historia de las salinas se remonta a los fenicios, que fueron los primeros en comprender el potencial de las abundantes reservas de sal de Ibiza. Crearon rudimentarias salinas para explotar este mineral precioso, sentando las bases de lo que llegaría a ser una de las zonas de producción de sal más importantes del Mediterráneo. A lo largo de los siglos, sucesivas civilizaciones (cartagineses, romanos y musulmanes) desarrollaron nuevas técnicas de extracción de sal hasta convertir las salinas en un bullicioso centro comercial.
La sal fue un producto muy apreciado durante la Edad Media por su capacidad para preservar y sazonar alimentos. Las salinas ibicencas florecieron gracias al empuje de comerciantes locales, que construyeron torres de vigilancia y muros fortificados para proteger sus valiosas reservas de los ataques de piratas y facciones rivales.
El comercio de sal trajo prosperidad a la isla, impulsando su economía y definiendo su identidad cultural.
En el siglo XX, las salinas se modernizaron con la introducción de métodos mecánicos de producción de sal. Pese a esos avances, a día de hoy se siguen usando técnicas tradicionales que utilizan la evaporación natural del agua del mar en piscinas de poca profundidad, lo que hace que las salinas ibicencas no hayan perdido ni un ápice de su encanto.
Más allá de su importancia económica, las salinas ocupan un lugar especial en el corazón de los habitantes de la isla y sus visitantes. Su extraño paisaje,
con brillantes pirámides de sal y vivos tonos rosados, ha inspirado a varias generaciones de pintores, poetas y fotógrafos. La zona está atravesada por senderos increíbles y flanqueada por una extraordinaria playa de arenas blancas. Las salinas también son el hábitat de numerosas especies de aves migratorias como los flamencos, lo que le ha valido el reconocimiento de espacio natural protegido. En la actualidad, las salinas son una prueba más del rico patrimonio cultural de Ibiza y nos recuerdan el vínculo que siempre ha existido entre el hombre y la tierra.